Vergüenza ajena producía el apoyo que algunos maestros le daban a Bernardo Arévalo, afirmando que una segunda primavera había llegado luego que el padre del actual vendió una falsa primera. Cómo muchos maestros no leen y solo repiten lo que los resentidos comunistas le dictaban, no saben que muchos maestros tuvieron que ser expulsados del país por no estar de acuerdo con Arévalo papa, (Juan José Arévalo).
APG NAVE EN CONTRA DE ARÉVALO
La prensa del momento fue expulsada también, de ahí el nacimiento de la Asociación de Periodistas de Guatemala – APG, otros que se vendieron con la USAID para apoyar el fraude electoral de Bernardo a cambio de US$ 30 mil.
EXILIO
APUNTES PARA LA HISTORIA
¿Por qué Fuimos Expulsados de Guatemala?
Cómo se hicieron las deportaciones en masa el 7 de Abril de 1945 Compañeros y amigos que han estado a vernos o nos han detenido en la vía pública para expresarnos su agrado por nuestro regreso a Guatemala, parece que de antemano se hubieran puesto de acuerdo para hacernos esta sugerencia: escriban ustedes y publiquen todo lo que se relacione con la expulsión en masa, del 7 de abril del año pasado, que el público conozca los detalles sobre esos sucesos que conmovieron tan profundamente el ánimo público; los incidentes que fueron del dominio exclusivo de los expulsados y de sus amigos y familiares, las llamadas audiencias secretas, las promesas falaces, los compromisos que no se cumplieron, las arbitrariedades que se cometieron, todo eso que el público espera impaciente, sea por curiosidad o porque jamás se había registrado un caso en que un gobierno que desde las alturas de todos los campanarios hace sonar las campanas que pregonan sus afanes “democráticos”, lance del país a muchos ciudadanos, haciendo a un lado la Constitución que había jurado cumplir y hacer respetar hacía apenas veinte días, sin más motivo que el temor y la intranquilidad que privaba en los ánimos de algunos de los principales elementos de la burocracia, más allegados al gobernante. Pues bien. Estemos en que todo comentario relacionado con las expulsiones de guatemaltecos —no arevalistas— del 6 y 7 de abril, y las hechas en los meses subsiguientes, interesa al público.
Y como estamos conscientes de que todo lo que sea necesario hacer por contribuir a esclarecer la verdad sobre un episodio de historia patria, es un deber ineludible de los ciudadanos, hemos resuelto escribir, sin apasionamiento, lo que recordamos sobre la ejecución de las expulsiones y a los que en una u otra forma trataron de apañarlas —empeñados en decir que lo negro es blanco por mantener granjerías y congraciarse con los que tienen la sartén por el mango—. Día llegará en que sea posible exigir la reparación de esos abusos de autoridad; por que ha de llegar la época en que la justicia no tenga oídos sordos para los que denuncien los atropellos de los funcionarios que lucen el ropaje demócrata, pero que en realidad no son menos impíos que los que pocos días aún recientes tuvieron en sus manos para escenario de la patria, las riendas del poder. Nos creemos obligados a complacer a los amigos y compañeros que nos han pedido que de una vez se narre la forma en que se consumaron las expulsiones de los días 6 y 7 de abril de 1945; para lograrlo, lo más indicado es que expliquemos nuestro caso personal, así como lo que oímos relatar a los otros once compañeros a quienes no se les “concedió licencia” para dirigirse a Costa Rica, según consta en el papelito o salvoconducto que se nos dieron el preciso momento en que abordábamos el nave de “Aeronaves de Guatemala” que nos condujo hasta las lejanas tierras costarricenses.
Primeros rumores.
El 4 de abril de ese histórico y determinante mes empezaron a circular con mayor insistencia rumores de que el doctor Arévalo había exigido que se tomara “cierta determinación” contra los muchos ciudadanos no arevalistas que se movían en posiciones políticas de filiación independiente. Se insistía en que el doctor Arévalo estaba prácticamente bloqueado por sus hombres principales y que en la discusión de los graves asuntos que se le planteaban se había quedado en minoría. Al siguiente día, 5 de abril, los datos eran serios y más concretamente: se mencionaban los nombres de algunas personas que serían detenidas ese día mismo. ¿La causa de esas detenciones? Se ignoraban, aunque en la noche del 2 al 3 de abril se había penetrado en el interior del local del general aliado de la causa de Barrios, donde estaban reunidos notables de mayor o menor prestigio.
El hecho se comprobó, pero no hubo confirmación oficial; lo que sí sabemos es que a varios amigos de nuestra confianza se les había advertido que su libertad personal estaba en peligro, las instituciones del Estado se veían seriamente amenazadas. La intuición de muchos era en que lo dicho por sectores afines era la voz del despotismo, porque su director había estado en Palacio escuchando las deliberaciones hasta la madrugada en que él se retiró disimuladamente. Fuera lo que fuese, el mundo es que ya se sabía con certeza que algo extraordinario ocurriría dentro de pocas horas. Sabemos de algunos líderes que tomaron sus precauciones y dejaron sus casas, para ir a pasar la noche a otras partes. La noticia, redonda, había trascendido a los porteros, el servicio de palacio la había divulgado. Sin embargo, los señalados optaron por no huir del régimen, posesionados de un civismo, era imposible que un gobierno que había prometido respetar las leyes, como base para forjar una nueva Guatemala, cometiera atropellos contra algún ciudadano. Detenciones del 6 de abril. —La Guardia Judicial utilizó el sistema, de gancho para pescar a casi todos los marcados en la lista negra que llevaba el doctor Arévalo en una de sus famosas libretas. Por medio del famoso sistema de la amenaza telefónica se llamó a la oficina a jefes de dependencias donde se sabía que trabajaban los sentenciados, y el coronel Arturo Ramírez, conductor bajo amenaza a los más despachos fueron los principales Arturo Clason M., Gustavo Martínez Nolasco y Enrique de Llano, los licenciados Julio Urrutia, Gustavo y Carlos Martínez Oliva, y el doctor Carlos Padilla y Padilla. A excepción del coronel Arturo Ramírez, todas estas personas se les tenía acorraladas en una habitación contigua al despacho del jefe de la policía judicial, sin que pudiesen salir de allí y con vigilancia de dos agentes que continuamente les contaban las pláticas en el interior de la sala. La captura del Director de “El Demócrata”. —El nombre de uno de nuestras líneas también fue citado en las llamadas por el doctor Arévalo. Dirigía entonces el diario “El Demócrata”, órgano de expresión del partido político en el poder. De la oficina de la Tipografía “San Antonio”…
(Continuará)